La fragilidad del mundo.

La fragilidad del mundo: Ensayo sobre un tiempo precario.

Joan-Carles Mèlich.

  1. De la fragilidad subjetiva como buen síntoma.

“No estamos educados cuando henos adquirido determinadas competencias, sino cuando nuestra relación con el mundo, con los otros y con las cosas resuena, es decir, cuando es relevante, cuando vibra, cuando resulta estremecedora y cuando somos capaces de emocionarnos con lo que leemos, con lo que miramos, con lo que hacemos” (1)

He tomado como referencia principal el libro del filósofo J.C. Mèlich, “La fragilidad del mundo. Ensayo de un tiempo precario” y concretamente  el fragmento que encabeza el texto como modo plural de poder dialogar con otras disciplinas o  lenguajes afines, sin que por ello la perspectiva del análisis lacaniano pierda su filo y relieve. Antes bien,  creo que servirnos del discurso del Otro es también un buen modo de ahondar y extraer las consecuencias de los conceptos analíticos para no quedar atrapados en la universalización de los conceptos, soslayando, en ocasiones,  los efectos que realmente nos afectan.

 Del fragmento seleccionado,   quisiera destacar precisamente  como lo que realmente nos  toca, es justamente no lo que  concierne al estar educados en la adquisición de competencias o conocimientos sino que se trata del acceder a un modo de ser receptivos, en resonancia con lo que sería la adquisición de un saber en conjunción con un modo singular de gozar. Es decir, la experiencia decisiva, la que realmente nos afecta no es, en verdad, la del estar cuantitativamente más   informados  y actualizados sino de un estar abiertos a quedar formados y siempre un tanto desfasados en el tiempo, respecto de  aquello que nos causa un cierto enigma, misterio, sujetos siempre a un  cierto grado de opacidad irreductible que nos fuerza a lidiar con  un resto de ineludible sin sentido que nos arruina siempre la faena, por más que sea adornada con buen aliño.

Paradojalmente estamos concernidos por aquello que más tememos y a la vez más deseamos, aquello justamente que nos hacer vibrar, estremece y entusiasma. Claro, que para que esto ocurra hay que hacer un recorrido arduo la mayoría de las veces, y saber hacer con  los fantasmas que nos asedian, precisamente  para no quedar invadidos por una angustia supone un modo de ceder al goce y no consentir a la buena  estela del lazo social conectada al  deseo del Otro.

Así pues esta distinción tan pertinente entre saber y conocimiento, me parece que está muy bien expresada por Mèlich, J.C. en su capítulo  Pórtico del libro citado “sin gramática no es posible habitar el mundo. Ahora bien, vivimos en una época rica en conocimientos y pobre en sabiduría”. (2)

  • Del modo de vivir y ser en el tiempo en relación con el ritmo vital.

Desde la perspectiva lacaniana Jorge Alemán en su libro “Ideología” (3) se refiere a lo siniestro, unheimlich, desde la analítica existencial heideggeriana “Porque hay que tener un mundo para poder hacer la experiencia de no estar en casa. Me parece que este estado de inhóspito, de no estar en casa al que Heidegger se refiere es más bien la condición que da entrada o acceso  para tener una vida propia o auténtica”

Quiero poner en relación está reflexión sobre el tiempo con algunas reflexiones que hace J.C. Mèlich en su capítulo “El imperio de la prisa (4)  “habitar el mundo es ser capaz de encontrar su ritmo…el ritmo del mundo es una experiencia corpórea…el tiempo uno de los temas sobre los que H. Bergson volvió una y otra vez: nos han educado en la idea de que percibir significa inmovilizar o detener y que para ello hay que sustraer la singularidad de lo otro y capturarlo en un concepto o en una categoría”

Y Pascal Bruckner en su libro  “un instante eterno, Filosofía de la longevidad” (5)  en su capítulo “entrelazamiento del tiempo” plantea. “Hay que vivir y ver el mundo como si fuera la primera vez, Vivir y verlo como si fuera también la última”

Creo que lo que tiene en común los tres fragmentos seleccionados con anterioridad desde una perspectiva filosófica y lacaniana, es que vienen a confluir en que nuestro modo de estar en el mundo se asienta y su funda en nuestra  ausencia de fundamento, es decir, se nos olvida que resurgimos de las cenizas o restos de goce de nuestra fragilidad constitutiva, y solo  sabiéndonos  exiliados es la  condición de posibilidad de, quizás,  forjarnos un modo de existir más propio, menos alienado, y más  orientado por una lógica donde no quede atropellada nuestra corpórea singularidad  por el imperio de la prisa.

Cuando  sepamos apreciar el ritmo y latido temporal de cada momento en lo que tiene de instante nuevo que escapa a la repetición y que abre la posibilidad de la emergencia de lo no realizado, de lo imprevisible, impredecible, de la sorpresa, Ahí donde no somos más que un  punto de opacidad inapresable que no se deja capturar bajo ningún concepto y rebelde a cualquier encorsetamiento que pretenda imponer un sentido unívoco y dogmático en la forzada elección del singular arreglo vital o estilo de vida de cada uno.

El tiempo existencia o humano es el tiempo de la duración (durée)…la duración no es ni impersonal, ni homogénea. La tesis de Bergson es que nuestros cuerpos no está acostumbrados a vivir en una repetida alteración, en esa heterogeneidad que imponer la durée…Contemplar el mundo ese tiene su propio tiempo, lo que sucede es que no lo soportamos, no lo escuchamos, no lo cuidamos”  (6)

De ahí que en esta tensión dialéctica entre yo y el mundo, es más fácil y cómodo dejarnos llevar por la inercia del narcisismo, aunque es bueno tener presente el aforismo de Kafka para situarnos respecto de la ética del deseo.

 “En la tensión entre yo y el mundo, hay que defender el mundo” (Kafka)

  • La contingencia como mediación de lo universal a lo singular.

“La verdadera filosofía consiste en aprender de nuevo a ver el mundo” (M. Ponty…para habitar el mundo hay que demorarse en el presente, hay que aprender a vivir en la provisionalidad y en la incertidumbre”

“Todo el mundo está en su mundo, es decir en aquello que su síntoma fomenta, con esto nos las arreglamos como podemos para entendernos e intentamos caminar juntos” (8)

Nos encontramos,  en términos de Heráclito, con la imposibilidad de   bañamos dos veces en el mismo río, en esta sentido de  más allá de la repetición, lo nuevo siempre puede emerger y despuntar, “Otra vez, de nuevo” siguiendo también la orientación de Kierkegaard en relación al tiempo.

Aprender de nuevo a ver el mundo, supone  aceptar que hay algo inapropiable, algo que resiste a la simbolización, un real que no puede ser bajo ningún concepto incorporado, algo que responde a la alteridad más radical y que por no estar disponible, no queda más remedio que el remiendo  de inventar como buenos artesanos el mejor modo de acercarnos a este vacío innombrable.

Creo que producir algo nuevo en el lugar donde nos topamos con una angustia que en tanto afecto que no nos engaña, supone el quedar advertido  respecto del objeto que nunca puede venir a colmar una falta que en su versión real, siempre echaremos en  falta. En tal sentido doy a la angustia este valor de empujarnos a salir del  autoengaño y a la producción de un objeto nuevo por venir.

Asumir la fragilidad, es asumir que somos finitos, contingentes y no podemos controlar nuestras vidas…propongo pensar la condición humana desde una razón desvalida y abrir una débil puerta al fluir del tiempo…aprendemos en el mundo como quien se pierde en el bosque sin buscar el centro, sin buscar nada”. (7)

Está es nuestras manos, es decir, en la apertura a la contingencia más allá de los determinismos que nos atraviesan,   la posibilidad de abrirnos paso hacia un proyecto emancipador, de modo contingente (ni necesario ni imposible)” (9) donde surja la posibilidad, quizás,  de un acto que a posteriori podamos saber de su efecto en los afectos más íntimos, en la misma medida que este originado en la falta de fundamento de nuestra constitutiva fragilidad, anclada  lo real de nuestro vacío central.

Un acto desde nuestra razón desvalida, desde nuestra constitución como sujetos excéntricos como el buen modo de dar acogida en nuestro interior lo más heterogéneo, la alteridad más radical, la diferencia absolutar respecto del sí mismo de cada uno,  y desde  esta condición éxtima y frágil, saber  hacer de la necesidad estructural de nuestra debilidad mental  la posible virtud del arreglo sintomático.

Notas:

  1. Mèlich, Joan Carles. (2021). Ética de la vergüenza. La fragilidad del mundo. Tusquets P. 212.
  2. Ibid. Pórtico. P.13
  3. Alemán. Jorge. (2021) Lo siniestro. Ideología. Ed. NED. P. 51
  4. Mèlich, Joan Carles. El imperio de la prisa. La fragilidad del mundo P. 161-165.
  5. Bruckner, Pascal.(2021) Entrelazamiento del tiempo. Un instante eterno, filosofía de la longevidad. Siruela. P.78
  6. Mélich, Joan Carles. El imperio de la prisa. La fragilidad del mundo. P.169.
  7. Ibid. P. 14-16
  8. Miller, J.A.,(2015) Todo el mundo es loco. Paidos, p.342.
  9. Alemán, Jorge. Nuevos desafíos. Ideología. P. 160

Javier Porro. Para revista Punto de fuga. 9-7-2021.

Sección reseña y comentario de libros.

Flaubert: Trauma y Sinthome

Flaubert: Trauma y Sinthome

Introducción.

El presente texto desea indagar en algunas de las cuestiones cruciales que plantea Miller en su seminario “Piezas sueltas”, pero en este caso sirviéndome de Flaubert, ir siguiendo el hilo que en su caso particular nos lleva desde el trauma a fabricarse un sinthome, “un nombre propio que vino al lugar del homenaje que no rindió al Nombre del Padre” (1) ¿Cómo llega Flaubert (Joyce) a hacer de su sinthome una obra?

Teniendo pues tales preguntas como disarmonía de fondo y ante la contingencia de haber caído en mis manos el libro de G. Flaubert “El hilo del collar: Correspondencia”, (2) pretendo seguir un recorrido sirviéndome de dichas cartas como una excelente vía regia para orientarnos hacia el inconsciente real, referido al modo singular de goce de Flaubert, y tratar de enhebrar las perlas sueltas al hilo de su escritura.  

La lectura de su Correspondencia registra de manera muy viva con su escritura,  el mostrarnos el   inconsciente desde su cara tortuosa y gozosa y diría también, que nos ilumina a cerca del pulso que ha sostenido Flaubert consigo mismo para extraer de la cantera de su opaca intimidad una palabra, una letra o frase cuya resonancia estuviera a la altura de sus exigencias éticas y estéticas.

Su dedicación intensa y diaria a la, a veces, ardua tarea de la creación de su obra literaria, tiene además el suplemento de una vastísima correspondencia, que nos da una idea precisa del carácter especial que cobra su fijación por la escritura, diría que como su principal modo de goce en consonancia con su obsesión por escribir “lo que recuerdo a cada minuto… es mi viejo amor, es la misma idea fija ¡escribir! (carta a E. Chevalier 22.1.1842)

Escribir como su verdadera razón de ser y existir.  Borges dice en acertada metáfora que fue consciente del “rostro del destino” al calificar la importancia de su Correspondencia en la que el mismo Flaubert se definió, como “un hombre-pluma”.

La pluma de Flaubert a lo largo de todas sus cartas nos deja siempre destellos de su hondura filosófica   representativos de las diversas facetas de su ser: del pensamiento e ideas sobre el modo de afrontar la vida, del amor y la sexualidad, la política, pero también  un modo de teorizar sobre los principios de la creación artística y ante todo son un modo muy expresivo de mostrar con su Correspondencia, el Flaubert parlêtre, en tanto  escritas con un alto  grado de sinceridad  y  desinhibición al no estar destinadas para salir a la luz pública.

Es, precisamente en su Correspondencia   y en relación con esta obra crucial   para su devenir literario   de “La tentación de San Antonio” le escribe a Louise Colet, su amante y musa “se trata de una obra fallida. Hablas de perlas, pero no son las perlas las que forman el collar, es el hilo” (Carta a L.C. 31.1.1852).

Del singular estilo   singular de su Correspondencia, rescato el valor de goce   que cobra la escritura en Flaubert. su modo de mostrar la excitación, desesperación o entusiasmo que le produce el ir encontrando la “palabra justa” o la frase que causa su plena satisfacción.

Su convicción es la siguiente: “una frase está lograda cuando es musicalmente perfecta. Si no suena bien, si no es melodiosa y envolvente, las palabras no son las justas, la idea no ha sido cabalmente expresada”. (3)

  1. Flaubert. Trauma y síntoma histérico.

Notas biográficas a tener en cuenta:

“El matrimonio Flaubert-Fleuriot, tuvo seis hijos, de los cuales sobrevivieron tres: Achille, nacido en 1813 que sucedió a su padre como médico en el hospital de Rouen; Gustave que nació en 1821 y Caroline en 1824”// “La familia Flaubert, cuyo hijo mayor había terminado ya los estudios de medicina, decidió que Gustave siguiera los de Derecho en Paris. Los estudios de Derecho le producen accesos de cólera. En enero 1844 se declaran los primeros síntomas de una enfermedad que arrastrara toda su vida y que algunos diagnosticaron como epilepsia”// “Su padre resuelve hacer abandonar los estudios y tenerlo a su lado para cuidarlo. Compra la hermosa finca de Croisset que será su residencia definitiva de Gustave hasta su muerte”

En la irrupción sorpresiva de su enfermedad nerviosa, (su padre se inclinaba por un diagnóstico de epilepsia) localizo un primer tiempo sintomático del   trauma (T1) a la edad de 23 años. Tal episodio sostengo que puede encuadrarse en una estructura histérica (como se verá por las importantes consecuencias y efectos positivos que se derivaran de su empeño decidido por la escritura    en relación con su “enfermedad nerviosa”) dando lugar a drásticos cambios que se van a introducir en su vida tanto en relación con su dinámica libidinal como respecto de su futuro laboral emancipado, gracias a su enfermedad, de la imposición paterna.

Así   las consecuencias en que más directamente se derivan en su porvenir futuro, es el hecho de que su “enfermedad nerviosa” como él la denomina le viene a liberar de los estudios de Derecho que tanto   le atormentaban lo que permitirá a Flaubert el poder dedicarse a realizar su pasión literaria, (casi con devoción ascética) y entregarse por entero a la lectura y su vocación, obsesión sintomática por la idea fija ¡Escribir!

 En relación con los cambios operados respecto de sus modos de goce, escribe su amigo de infancia E. Chevalier: “mi estado es lamentable, a la menor sensación todos mis nervios se estremecen como cuerdas de un violín…me ponen sanguijuelas, me prohíben buena mesa, el vino, soy hombre muerto. La vieja pipa, lo que más me gustaba ¡me han prohibido la pipa! Y a su amigo Le Poitevin “Me destete voluntariamente de tantas cosas que me siento rico en el seno de la más absoluta desnudez” (Carta 17.6.1845)

Para ilustrar como en la escritura de la obra Mme Bovary, Flaubert ha encontrado en buena medida un modo de tratar el goce histérico que subyace a su enfermedad nerviosa me parece relevante  la carta que le escribe a L. Colet tras haberse pasado casi toda la tarde escribiendo sobre un lance erótico de la Bovay: “Cuando escribía la expresión de ataque de nervios, me sentía tan excitado, vociferaba con tanta fuerza, sentía tan hondo lo que experimentaba mi mujercita, que yo mismo tuve miedo de sufrir uno (Carta a L.Colet 23.12.1853.)

En relación con la estructura histérica y el deseo insatisfecho, Vargas Llosa en su libro “la Orgía perpetua” (4) comenta en relación como en su   concepción de la vida sexual, Flaubert, llegó a la convicción de que una intensa actividad erótica era perjudicial a la creación literaria, y de que, por el contrario, una cierta contención beneficiaba al novelista. “Guarda tu priapismo para el estilo”.

Sería un error entender estos consejos como una prédica puritana. Flaubert no encontraba incompatible goce sexual y creación literaria. Escribir, en su caso con una entrega tan total y vehemente como la del coito, era para Flaubert una orgía “el único medio de soportar la existencia es convertir a la literatura en una orgía perpetua” (carta a Leroyer de Chantepie 4.9.1858)

  • Las Tentaciones de San Antonio. Trauma y Estilo.

Nota biográfica: “En 1845, su hermana Caroline se casa. Los recién casados hacen un viaje familiar, acompañados por los padres y su hermano Gustave. La contemplación en Genova del cuadro de Brueghel La tentation de Saint-Antoine le hace concebir la novela del mismo título.// Al regreso de su viaje, del que vuelve cansado se recluye en Croisset como un ermitaño para consagrarse de lleno a la creación literaria“El año de 1846 es clave en su vida. Muere su padre y dos meses después su hermana Caroline, de resultas del parto de su hija, la sobrina Caroline. Achille sucede a su padre en el hospital y Gustave, su madre y la pequeña Caroline van a vivir a Croisset, aunque pasan temporadas en Rouen”. A finales del mes de julio conoce a L. Colet y se convertirán en amantes// “En busca de consuelo a sus desgracias familiares, Flaubert se refugió en Croisset, donde paso unos años en la elaboración de la Tentación de San Antonio, que él consideraba la gran obra de su vida. Terminada la obra convoca a sus amigos Du Camp y Bouilhet a Croisset para leérsela. La lectura duró 32 horas y el veredicto fue negativo: la obra era un fracaso. Du Camp le aconseja que la tira al fuego Flaubert lo reconoció posteriormente en carta a Louise Colet “Hablas de perlas, pero las perlas no hacen el collar, es el hilo”

Del lado de la vertiente de su obra escrita, en relación con el deseo de escritor, de hacerse un Nombre, localizo un segundo tiempo crucial en relación a lo traumático (T2) que sitúo en la lectura que hace en privado de “Las tentaciones de San Antonio” a sus dos más importantes amigos en ese momento y críticos implacable: Du Camp y Bouilhet. Tras una lectura declamada por el propio Flaubert en un encierro de tres días continuados a razón de 8 horas diarias, (habiéndose establecido como regla del juego el no hacer ningún comentario, y privarse de dar su opinión hasta la lectura integra del texto), y finalmente terminada la lectura Flaubert les interroga con ansiedad: “entre nosotros tres, decidme ahora francamente lo que pensáis”. 

Tras intercambiar miradas afligidas entre sus dos amigos Du Camp y Louis Bouilhet la respuesta no puede ser más despiadada y directa al corazón: “Pensamos que hay que tirar todo eso al fuego y no habla nunca más de ello”. Flaubert estremecido lanza un grito horrible. Le acaban de arrancar una libra de carne. (5)

Creo que salvando la distancia este acontecimiento traumático, para mi podría guardar un valor similar al encuentro de Joyce con sus amigos y la paliza que recibe cuando está defendiendo a Byron y siente que la piel de su cuerpo resbala como fruta madura. Y en tal sentido, la libra de carne que le fue arrancada con el veredicto severísimo de su Tentación, planteo como hipótesis que fue la causa de un desgarro traumático siendo Mme. Bovary con la respuesta lograda produciendo un drástico cambio de estilo en las antípodas de su incontinencia lírica y sus expansiones y proyección subjetiva que no controlo en su primera versión de las Tentaciones.

  •  Sinthome, letra y goce femenino.

Como dice German Palacios en su prólogo a M. Bovary esta constituye la mejor invención, la mayor pasión de Flaubert “elevar lo cotidiano y lo vulgar a la categoría artística mediante el trabajo del estilo y dar a la prosa la sonoridad, precisión, armonía y ritmo de la poesía” (6)

“En mi hay, literariamente hablando, dos hombrecillos distintos: uno prendado de gritos, de lirismo, de todas las sonoridades de la frase. El otro es el que excava y horada la verdad cuanto puede… el que quisiera hacer sentir casi materialmente las cosas que produce” (Carta a L.C. 16.1.1852)

Creo que en el fragmente anterior Flaubert plantea con bastante nitidez su propia escisión subjetiva, de un lado el cuerpo gozante receptivo a todas las sonoridades y de otro lado el sujeto impelido por el deseo de saber en relación con   los ideales de belleza y verdad.

“¡Con que pasión tallaba las perlas de mi collar! Solo olvide una cosa: el hilo. Lo que me parece bello, lo que quisiera hacer es un libro sobre nada, un libro sin atadura exterior, que se mantendría en sí mismo por la fuerza interior de su estilo, como la Tierra, sin estar sostenida, se mantiene en el aire…, porque el estilo por si solo es una manera absoluta de ver las cosas”. (Carta a L.C. 16.1.1852)

Destaco el anterior fragmento la vertiente del sinthome como lo que le da un sostenimiento de goce al cuerpo prescindiendo de atadura exterior, sin Otro. A título de hipótesis podemos considerar, quizás pensar las perlas del collar como frases, palabras o letras que confieren el estatuto de goce al sithome referido a ese goce del Uno solo como enjambres de S1 que no hacen cadena. Así el estilo flaubertiano entiendo que es su modo de expresión privilegiada del goce femenino, el empuje a la feminidad, a la mujer más allá de la histeria, sirviéndose del hilo real su singular estilo.  “La perla es una enfermedad de la ostra y el estilo quizá sea el reflejo de un dolor más profundo” (Carta a Louise Colet 16.9.1853).

 En este sentido el estilo en Flaubert es su modo de respuesta a lo traumático de la condición humana, lo no simbolizable, en última instancia   la defensa ante lo real, la pulsión de muerte. El estilo como su modo de invención singular y su mejor tratamiento frente al agujero de la no relación sexual.

Amo mi trabajo con un amor frenético y pervertido, como un asceta el cilicio que rasca su vientre… En ocasiones cuando me encuentro vacío, cuando la expresión me es negada, me tiro sobre el diván y me quedo alelado en un aburrido marasmo… Un cuarto de hora más tarde, todo ha cambiado, el corazón me late de alegría” El fragmento anterior creo que nos muestra muy precisamente el valor del sinthome como acontecimiento de cuerpo y goce femenino-mistico.

4.  Sinthome como suplencia: Padre del Nombre

Nota biográfica: Flaubert nació y vivió de niño y adolescente en un hospital; su padre y su hermano fueron médicos. En su memoria abunda las imágenes de enfermos, de sufrimiento físico, de sangre y de muerte. En una celebre carta cuenta a L. Colet que él y su hermana Caroline solían espiar desde el jardín del hotel-Dieu los cadáveres de la Morgue sobre los que zumbaban las moscas.

Si tomamos el   sinthome desde el lado de la identificación en tanto excava un vacío central en la identidad narcisista yendo  más allá de los ideales paternos, podemos considerar el estilo científico de  Flaubert como un servirse del  escalpelo del Dr. Flaubert, dándole  un estatuto parecido a   la pluma-escalpelo de Flaubert escritor,  en su ambición  de saber y querer describirlo todo, utilizando su escritura con un ideal de conocimiento,  que fuera objetiva, imparcial, con “esa impersonalidad equivalente a considerar la novela como un ideal científico. “La supuesta frialdad “deshumanización” flaubertiana era la actitud con que Achille-Cléophas (Dr. Flaubert) examinaba, recetaba, amputaba, curaba o declaraba perdidos a sus pacientes” (7)

  Así su obra literaria, su elaborado estilo podemos decir que viene al lugar restaurar un “ego” o de forjar un cuerpo literario, recordando ahora el modo de renacer de sus cenizas (tras el varapalo de arrojarla al fuego   recibido) tras la lectura de las Tentaciones.  La obra literaria como un modo de hacerse un Nombre más allá de la incomprensión paterna. El fragmento que sigue ilustra a la perfección dicha relación: “Gustave lee a su padre, (a quien no le agrada nada que su hijo se pase el día emborronando papeles), con voz sonora el principio de la Educación sentimental. El doctor Flaubert   termina por dormirse. Su padre se despierta sobresaltado y ante el malestar de Gustave, le interpela, la literatura, la poesía ¿para que sirven? ¡Nadie lo ha sabido jamás!  Diga entonces, doctor, replica  Gustave para que sirve el bazo? Tú no lo sabes ni yo tampoco, pero es indispensable para el alma humana” (Relatado por Du Camp) (8)

Dicho trabajo de escritura en su caso, no está exento de contradicción, en cuanto a pasar al acto de la publicación del orden del hacerse un Nombre, ya que es muy manifiesta, en ocasiones, su irritación y malestar en todo lo concerniente a la publicación en lo   que supone mercantilizar su obra al servicio de la gloria y el éxito, cuando lo que en verdad que considera la escritura como su partenaire: “la única compañera de sus días y de sus noches es la imaginación creadora. Para vivir, sólo necesita soledad, tinta y papel. El trabajo de escritura le produce una satisfacción tan completa que ni siquiera experimenta la necesidad de entregar al público el fruto de sus meditaciones. ¿Para qué publicar en los abominables tiempos que corren?” (9)

Como atestiguan los manuscritos y diferentes versiones de sus obras al   perfeccionismo flaubertiano está sujeto una operación infinita. “El sistema en que esta necesidad perfeccionista cuaja en un libro, en un momento dado se publica, pero jamás se acaba”.

  • Madame Bovary como Sinthome flaubertiano.

Mme. Bovary como sinthome logrado de Flaubert, en la medida que en la producción de dicha obra, (absorbido en ella durante los casi cinco años de elaboración) fue fraguando la convicción de que la obra de arte debía dar impresión de autosuficiencia, de que para conseguirlo era imprescindible que el narrador, en tanto yo como instancia imaginaria que proyecta la suma de sus prejuicios debía de esfumarse. Esa invisibilidad exige del narrador una actitud imperturbable frente a lo que narra, sin entrometerse en el relato para sacar conclusiones o dictar sentencias. Su función es describir, dejar hablar libremente a los personajes, sin absolver ni condenar.

El gran aporte técnico de Flaubert consiste en acercarse, saber acompañar los personajes no con el yo omnisciente del narrador sino con el deseo del escritor de modo que las fronteras entre ambos se evaporan. Esta técnica (podemos decir que es la misma inaugurada por Freud dejando hablar a las histéricas y promoviendo este lugar para que el deseo del analista no sea obstáculo para la asociación libre del analizante) es llevada a cabo por   Flaubert en tanto su deseo de escritor tiene como principio fundamental el no inmiscuir su persona en lo posible, y no quedar sus personajes sometidos   al intervencionismo del narrador omnisciente.  De este modo crea una ambivalencia transferencial con sus personajes en la que no solo el lector, sino el propio Flaubert, en esa frontera porosa no puede dirimir, aquello que emerge entre su deseo de escritor y sus personajes, eso que solo irrumpe en el acto mismo de ponerse el Hombre-pluma a la Obra.

“Mme Bovary es una historia realmente inventada y en ella no hay nada de mis sentimientos ni de mi existencia. Es uno de mis principios el artista debe estar en la obra como Dios en la creación, invisible aunque se le sienta por todas partes, pero que no se le vea” (Carta a L. de Cahntepie 19.3.1857)

Flaubert es uno de los escritores más lúcidos respecto a este proceso de conversión de lo real en ficticio. Con veintiún años le dijo a su amigo E. Chevalier (Carta 23.2.1842) que para él las personas eran nada más que pretexto para libros…Él convierte en literatura todo lo que le va ocurriendo, su vida entera es canibalizada por la novela. Su idea de que la novela debe mostrar, no juzgar.

A modo de conclusión podemos decir que tenemos pues estas dos caras del Sinthome una articulada al goce, a la sonoridad de la lengua y a la prueba de la recitación como uno de los rasgos más propios del estilo flaubertiano, más en relación con la escritura en tanto letra y el parlêtre.

Es también su estilo libre y su modo de dejar hablar a sus personajes interfiriendo lo más mínimo, lo que permite intuir no solamente lo que tiene de invención real Mme Bovary, que pese a basarse en un hecho real, también podemos decir que constituye, la mejor reinvención, transfiguración o semblante que efectúa Flaubert en tanto sabe lo que está diciendo con su frase:” Madame Bovary soy yo”.

Por lado el sinthome articulado al sujeto, identificado en su ausencia de identificación y que hace del estilo una suerte de Sinthome-Escabel, en tanto su Obra es el pedestal en el que su nombre toma cuerpo literario. Flaubert leído en la estela de Joyce el Sitnome, que con su estilo (sin desdeñar en su escritura el ideal cientfico en relación con los principios de objetividad, imparcialidad, ausencia subjetiva del narrador y con el elemento añadido de, querer describirlo todo para transfigurarlo con su imaginación) le rinde una suerte de paradojal homenaje al Nombre del Padre.

Para finalizar, podemos decir que después del trabajo duro, y ascético, seguido por Flaubert de tensar su escritura hasta el límite, “el estado Flaubert” le lleva especialmente con Mme. Bovary, a hacer del Sinthome una Obra, cuyo nombre rinde su mejor homenaje a su goce femenino.

Bibliografía.:

  • Miller, J.A. Piezas Sueltas. Buenos Aires. Paidós. 2003
  • Flaubert, Gustave. El hilo del collar: Correspondencia. Alianza Editorial.2021.
  • Vargas Llosa, Mario. La Orgía Perpetua. Debolsillo. 2015
  • Ibid.
  • Troyat Henry. Flaubert. Aguilar. 1990
  • Flaubert, Gustave. Madame Bovary. Catedra.2016.
  • Vargas Llosa. Ibid. Pag. 186
  • Troyat Henry. Ibid. Pag. 63

Javier Porro. Trabajo presentado en la ELP de Valencia con motivo de las presentaciones previas a las Jornadas “Marcas del Trauma”

Valencia 18 de septiembre de 2021