Igual que avezado labrador
Igual que avezado labrador
escrutas en el cielo el sentir de tu cuerpo
según los designios azarosos del tiempo;
con ánimo decidido te pusiste a labrar
tu carne calcinada, devenida un estéril erial.
No sabes cómo supiste hacer para
poner manos a la obra y transformar
tan irreductible barbecho, en tu mejor “cayado”
tu mejor “zahorí” para licuar tu alma encallada
mortalmente en “terra incógnita y vacía”
Cada poema que escribes es un acto de amor,
se fragua y emerge desde tu isla de náufrago,
sin otra constante dedicación que buscar cada día
el tesoro de las palabras mágicas que te habitan
para lanzarlas en aspaviento el día que otees
el barco que orienta tu horizonte vital.
Tienes apenas por único patrimonio y bagaje,
saber colocar la oreja en la orilla de su pecho y auscultar
el latido de su corazón, savia sangre, rumorosa ola,
bañando con suave insistencia tu corola ajada
Áy, amor, como expresarte que causando mi deseo,
obras el prodigio de convertir mi ardiente lágrima,
en perla de lluvia, rocío de un nuevo mañana;
abono fecundo, simiente vertida en mi carne baldía
que rotura y recrea la verdad de mi alma.
J.Porro (Poema 20. 4-4-16)